jueves, 11 de octubre de 2012

Sirshasana o postura sobre la cabeza.

Partiendo de lo que algunos llaman la postura del delfín, tomamos
impulso como se ve en la siguiente imagen.





El cuerpo queda completamente perpendicular al suelo, lo más
recto posible. El peso sobre la cabeza y los codos.

Esta es una postura que suele "intimidar" a muchos practicantes de yoga, pero de nuevo se trata más de una cuestión de confianza y de técnica, que de fuerza. Sobre todo cuando se hace con impulso. Para los principiantes es conveniente empezar con la pared como aliado (o un compañero) para irse acostumbrando a dar el impulso exacto hasta quedarse en la vertical.

Otra forma de ir acostumbrándose "anatómicamente" a la posición es practicando durante algún tiempo sólo la postura de la imagen 1. 

Hay una expresión que me gusta usar a la hora de explicar las asanas y movimientos, que es la de "arquitectura del cuerpo", ya que si bien es verdad que muchas asanas requieren de "fuerza", también lo es que se trata mucho más de conocer, la gravedad, las líneas naturales del cuerpo y de ir construyendo la postura en cuestión desde la base y el equilibrio.

El principal error que se comete al empezar a hacer esta postura es el de apoyar en exceso la zona de la frente (o por el contrario la coronilla), cuando en realidad el punto sobre el que debe reposar el peso es el la zona más cóncava de la cabeza. Precisamente la coronilla es lo que queda en las manos que están fuertemente entrelazadas. 

Importante, nunca te levantes de golpe tras hacer alguna posición invertida. En su más alto grado de dificultad, Sirshasana se hace de forma fluída y controlada, sin impulso, para lo cual la musculatura global del torso debe estar muy preparada.

Los beneficios de esta postura son muchos, el simple hecho de posicionarnos "al revés" es muy bueno para las vértebras, ya que los discos vertebrales durante la postura, se ven liberados de la presión que ejerce la gravedad en la postura erguida en pie y se recolocan a razón de la nueva dirección de la gravedad.

Mejora nuestra consciencia del espacio, nuestro equilibrio. Nuestro cerebro recibe un aporte extra de sangre y para el corazón es más fácil renovar la sangre residual de las piernas. Y por supuesto, a nivel energético, estamos forzando que la energía descendente que parte desde el chakra de la coronilla que se consume en el chakra del ombligo y por tanto desde la tradición del yoga se dice que produce la oxidación y el envejecimiento de todas y cada una de nuestras células. Es decir, revertimos la dirección de ese néctar, o en sánscrito Amrit, y por tanto "frenamos" ese proceso de envejecimiento aunque sólo sea durante la ejecución de la postura. 

Existen otras técnicas de yoga que "recuperan" ese néctar, pero las trataremos más adelante. 

De igual modo, éste sólo ha sido un pequeño esbozo de todo la estructura energética propia del yoga y de la medicina india que es en realidad lo que sustenta por encima de todo la practica de los estilos de yoga que podemos definir como físicos. (O al menos debería ser así).